Elogio de la locura - Erasmo de Rotterdam
Habla la estulticia
Capítulo I
Diga lo que quiera de mí el común de los
mortales, pues no ignoro cuán mal hablan de la Estulticia incluso los más
estultos, soy, empero, aquélla, y precisamente la única que tiene poder para
divertir a los dioses y a los hombres. Y de ello es prueba poderosa, y lo
representa bien, el que apenas he comparecido ante esta copiosa reunión para
dirigiros la palabra, todos los semblantes han reflejado de súbito nueva e
insólita alegría, los entrecejos se han desarrugado y habéis aplaudido con
carcajadas alegres y cordiales, por modo que, en verdad, todos los presentes me
parecéis ebrios de néctar no exento de nepente, como los dioses homéricos,
mientras antes estabais sentados con cara triste y apurada, como recién salidos
del antro de Trofonio.
Al modo que, cuando el bello sol naciente
muestra a las tierras su áureo rostro, o después de un áspero invierno el
céfiro blando trae nueva primavera, parece que todas las cosas adquieran
diversa faz, color distinto y les retorne la juventud, así apenas he aparecido
yo, habéis mudado el gesto. Mi sola presencia ha podido conseguir, pues, lo que
apenas logran los grandes oradores con un discurso lato y meditado que, a pesar
de ello, no logra disipar el malhumor de los ánimos.
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