Provoca mucha impotencia,
desencanto y vergüenza que las diferentes Autoridades implicadas en el desalojo
de est@s artesan@s (Intendencia Municipal de Montevideo, Ministerio del
Interior, Ministerio de Turismo, Ministerio de Cultura, Ministerio de Trabajo)
no hayan podido aún incluir en sus concepciones -supuestamente vanguardistas-
la idea de que el espacio es la interacción entre los seres humanos y el
paisaje; por lo tanto, en un país hipotéticamente democrático y culto, no puede
haber lugares privilegiados ni un reciclaje de aquella macabra categorización
de personas practicada en los nefastos años de la Dictadura Cívico-Militar.
Provoca pena, además, que
nuestros Representantes (¿?) no se hayan percatado en sus varios viajes por el
mundo que, en las ciudades de mayor circulación turística, son l@s artesan@s
los primeros y más pintorescos contactos con la realidad y las últimas imágenes
que invitan al regreso.
Y provocan rechazo absoluto el
despliegue exagerado de fuerza policial a la que recurrieron los inspectores de
la Intendencia y la obvia elección de una mujer para descargar la aplicación de
reglamentos en apariencia muy avanzados pero cuya indiferencia social resulta
innegable en los hechos.