¿Adán y Eva eran negros?
En África empezó el viaje humano en el mundo. Desde allí
emprendieron nuestros abuelos la conquista del planeta. Los diversos caminos
fundaron los diversos destinos, y el sol se ocupó del reparto de los colores.
Ahora las mujeres y los hombres, arcoiris de la tierra,
tenemos más colores que el arcoiris del cielo; pero somos todos africanos
emigrados. Hasta los blancos blanquísimos vienen del África.
Quizá nos negamos a recordar nuestro origen común porque el
racismo produce amnesia, o porque nos resulta imposible creer que en aquellos
tiempos remotos el mundo entero era nuestro reino, inmenso mapa sin fronteras,
y nuestras piernas eran el único pasaporte exigido.
Eduardo Galeano
De: Espejos
Los emigrantes, ahora
Desde siempre, las mariposas y
las golondrinas y los flamencos vuelan huyendo del frío, año tras año, y nadan
las ballenas en busca de otra mar y los salmones y las truchas en busca de sus
ríos. Ellos viajan miles de leguas, por los libres caminos del aire y del agua.
No son libres, en cambio, los
caminos del éxodo humano. En inmensas caravanas, marchan los fugitivos de la
vida imposible. Viajan desde el sur hacia el norte y desde el sol naciente
hacia el poniente.
Les han robado su lugar en el
mundo. Han sido despojados de sus trabajos y sus tierras. Muchos huyen de las
guerras, pero muchos más huyen de los salarios exterminados y de los suelos
arrasados.
Los náufragos de la globalización
peregrinan inventando caminos, queriendo casa, golpeando puertas: las puertas
que se abren, mágicamente, al paso del dinero, se cierran en sus narices.
Algunos consiguen colarse. Otros son cadáveres que la mar entrega a las orillas
prohibidas, o cuerpos sin nombre que yacen bajo tierra en el otro mundo adonde
querían llegar.
Sebastião Salgado los ha
fotografiado, en cuarenta países, durante varios años. De su largo trabajo,
quedan trescientas imágenes. Y las trescientas imágenes de esta inmensa
desventura humana caben, todas, en un segundo. Suma solamente un segundo toda
la luz que ha entrado en la cámara, a lo largo de tantas fotografías: apenas
una guiñada en los ojos del sol, no más que un instantito en la memoria del
tiempo
Eduardo Galeano
De: https://www.rebelion.org