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Malala Yousafzai Premio Nobel de la Paz 2014 |
Señor Periodista, ¿cómo obtuvo usted su
título profesional y cómo puede continuar ejerciéndolo después de cuestionar a
Malala Yousafzai?
Alguien -del que convenientemente se ha
ocultado el nombre y que se presentó bajo credenciales periodísticas- hizo gala,
en la entrega del Premio Nobel de la Paz, de una absoluta ineptitud, no ya para
el desempeño de la profesión periodística sino para evaluar cualquier
acontecimiento humano desde una óptica que se precie de equilibrada.
Su pregunta fue una afrenta no sólo a la
objetividad deseable en la consideración de cualquier realidad política sino la
cabal muestra de la mediocridad dominante en el imaginario actual.
Cuestionar si Malala tiene suficientes
créditos para ser nominada al Premio implicó una estrategia descalificadora
inaceptable para una adolescente cuyas acciones han sido más relevantes que las
de la mayoría de los centros y cabezas del Poder en el mundo. ¿Quién está en
condiciones de banalizar el asedio y la brutal agresión del grupo talibán que
atentó contra su vida? ¿Quién será capaz de ignorar el activismo de esta
adolescente en la defensa de los derechos a la educación de l@s jóvenes?
Quien no estuvo a la altura de las
circunstancias fue este pseudo-periodista porque no se atrevió a llamar al pan,
pan, y al vino, vino. Su cuestionamiento, en verdad, debió haber estado
dirigido a los dirigentes de la economía y la política que manejan a su antojo
y beneficio los horrores de los que son víctimas neurálgicas l@s niñ@s y l@s
adolescentes a nivel mundial. La pregunta debió haber sido formulada en términos frontales como: ¿Cuál fue la intencionalidad política que
persiguió el jurado al seleccionar a esta joven para el Nobel de la Paz? Pero
no se atrevió; es menos comprometedor “cortar el hilo por su parte más débil”,
¿no?
El hecho es que Malala no necesita más
argumento que su impactante experiencia vivencial de adulta precoz para
preconizar que sólo la educación es verdaderamente liberadora. Malala es una
cuerda resistente, forjada por el silenciamiento y el desconocimiento de sus
derechos, que es, en definitiva, el ninguneo de los derechos de miles de
Malalas de Oriente y Occidente.
Usted, señor X, es un síntoma meridiano de la
gerontocracia entronizada en este corrupto mundo, negadora de los saberes que
la juventud atesora, esgrimista de la edad cronológica como dato relevante, e
ignorante, en consecuencia, de que estar vivo no es sinónimo de honrar la vida.
Profª. Ana Milán
Uruguay
Uruguay
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