Como en las más crudas épocas de la
Dictadura, la impunidad sigue enseñoreada en una “democracia” que apenas
alcanza el rango de comicial.
En declaraciones muy recientes del Ministro
de Defensa Nacional, Hernández Huidobro -uno de los participantes activos del
Pacto del Club Naval-, adujo que “no vamos a aplicar medidas fascistas”, en
referencia al hecho de la devolución del salario total al ex coronel Gilberto
Vázquez, el más insigne violador de mujeres del Ejército de aquellos años
infames, una especie de depredador nato quizás cualitativamente más abominable
que quienes empuñaron las armas para destruir al ras, en un acto, la vida.
Efectivamente, este ejemplar del latente macho uruguayo -y no en vano el
crecimiento desaforado de la violencia de género en el país- ha demostrado
“buena conducta” en los últimos cinco años, y ello ha ameritado, a juicio de
las autoridades competentes, la concesión del reintegro del cobro total de sus
haberes. En otros términos, se le restituyen ciertos ingredientes propios de la
honorabilidad cuestionada.
Entonces, es lógico preguntarnos: ¿no son
imprescriptibles los delitos de lesa humanidad? ¿No tendrían el mismo derecho
otros -muy poquitos por cierto, casi “chivos expiatorios”- a recobrar
prerrogativas perdidas? ¿Y si se sabe a ciencia cierta que hay decenas de otros
culpables, por qué esta selección “pour la galerie”? ¿Por qué se provocó el
aborto de la gestión de la Dra. Motta, truncamiento que delata más nítidamente
ese carácter de “chivos expiatorios” recaído sobre algunos de estos servidores
del poder dominante? Que no sea interpretada esta reflexión como una defensa
solapada de algún incriminado. No. Es, ni más ni menos que una reflexión descorazonada.
Es la reflexión de una memoriosa que recuerda aquella máxima de “Patria
pa´todos” y se pregunta quiénes son “todos”. Porque, del derecho y del revés, y en este contexto, “Pa´todos”
tiene un solo significado.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por tu interés