La afanada
Oh, mujer que andas
sólo por atajos,
veredas que parecen
secretos campesinos;
oh, nunca deseada a
plena luz del día;
tu labor, qué
afanosa; de luto es tu vestido.
Bordeas, recatada,
los surcos campesinos.
El aire es denso.
Ningún rumor produce la alborada.
Si la alondra tardase,
tu corazón se ahogaría.
Pero no vuelves la
vista para contemplar el vuelo.
Pasas, ligera,
cuando el camino lo permite.
¿Vas -tu única
diversión- hacia la ermita vieja
-tres horas de
camino-, a ver a algún sobrino enfermo?
Amada nunca fuiste,
ni adolescente o libre.
Si inclinas la
cabeza, de alegría o tristeza,
el rostro te
ilumina la luz del delantal.
Versión de José
Corredor-Matheos
"Ocho siglos
de poesía catalana", Editorial Alianza
De: Amediavoz.com
9 de febrero de 1884- Barcelona, España |
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