sábado, 11 de enero de 2014

No es una invitación de cumpleaños pero...


Centro de Formación Humanística
PERRAS NEGRAS


... " voces que un día tendrán labios"... sentenció una vez Ulalume


















Jardín Escrito  

En el jardín que recuerdo
sopla un viento que mueve las hojas
del jardín donde ahora estoy escribiendo

En el jardín que imagino
sopla un viento que mueve las hojas
del jardín que recuerdo

Y en el jardín donde ahora
estoy escribiendo
sopla un viento que mueve las hojas
sin jardín:

armisticio
de fronda imaginaria y de fronda recordada

pero también las hojas verdes
del jardín donde escribo

pero también las hojas blancas
en que estoy escribiendo


y nace otro jardín

Ulalume González de León
Narradora y poeta uruguaya
nacionalizada mejicana
(1932-2009)
















-Ulalume, ¿por qué escribes?

-Para usar mis energías en hacer cosas que mejor se adapten a mí. Dice Gide que la melancolía es fervor no empleado. El mundo es tan absurdo que todos los hombres deberían ser unos melancólicos incurables; pero usan su fervor, de alguna manera están programados para vivir, y la mejor prueba de ello es la alegría (también absurda, pero cierta) que sienten al hacer cosas: con las manos, con la acción, con el pensamiento. Yo sentí esa alegría al escribir. Por qué o para qué se escribe, es una reflexión que se hace uno después. Cuando me la hago, mi pasión por encontrar una respuesta es inseparable de la ira que me provocan las explicaciones que dan al público algunos escritores. Muchos responden como si se tratara de “tener razón”, y en literatura no se puede tener razón. Uno tiende un puente entre la conciencia y el mundo para situarse, para tratar de entender, pero también en busca de los otros. “Enfermo de otredad”, decía Juan de Mairena acerca del escritor. Se busca a los otros en un acto de amor (la alegría personal de hacer no basta); pero lo escrito no tiene la función, como dice Pound, “de obligar o persuadir mediante la emoción, o intimidar o reprimir a la gente para que acepte unas opiniones en vez de las contrarias. Tiene que ver con la claridad y el vigor de todos y de cada uno de los pensamientos y opiniones. El escritor no se propone, como el científico, descubrir leyes indiscutibles, ni trata de convencer a los demás como el luchador político. No puede “tener razón”. Busca al prójimo, definido como interlocutor inteligente; al prójimo que perdemos cada día con los medios de “comunicación” hechos para las masas”.

De: Entrevista por Elena Poniatowska

De: http://www.jornada.unam.mx