domingo, 3 de agosto de 2014

Las tijeras en manos del Instituto Policial
























Al Señor Ministro del Interior, Eduardo Bonomi, debe de habérsele olvidado informar a la población acerca de medidas restrictivas con respecto al ejercicio de nuestros derechos constitucionales.

Otra hipótesis resultaría absurda, dado el progresivo recorte observado en distintos ámbitos, pero muy especialmente en zonas vulnerables (vulnerabilidad de la que este Gobierno debe hacerse cargo también después de casi diez años de gestión).

En este sentido, no solamente es posible aludir al barrio de Santa Catalina, penúltimo hito de la creciente omnipotencia con que se ha dotado a la Policía para manejar esas encubiertas tijeras, donde con ineptitud y soberbia fue segada la vida de Sergio, un joven desvinculado totalmente de prácticas delincuenciales.

Hace pocas horas, un docente de la Escuela del Barrio Casavalle fue golpeado con saña y arrogancia por un grupo “policial” (término que avergüenza esgrimir en muchos casos) y de ello somos testigos tod@s aquell@s que mirábamos los noticieros porque hubo testimonio gráfico del episodio.

El delito del docente fue integrar una manifestación pacífica en defensa de un joven del barrio, “imputado” de rapiña, según comentarios de los periodistas que difundieron los canales de televisión (Parecería que en las filas policiales es urgente el uso del diccionario y de nociones básicas de Derecho).

Es decir que, ese grupo, o cumplió una orden o se concedió la prerrogativa de abolir con ferocidad el derecho a la libertad de expresión del maestro. El acto es por demás simbólico: implica una zancada jurásica en la gradual naturalización de la barbarie contra el que piensa, opina o actúa con otra lógica. (¡Cómo alarmarnos después, ante la avalancha de madres agresoras de l@s docentes en las mismas Escuelas y Liceos!)

Resulta extraño que un Ministerio cuyos cometidos recaen sobre realidades tan delicadas no haya solicitado asesoría acerca de la lógica que inspira a la labor pedagógica de la docencia comprometida con la población más fragilizada por el capitalismo salvaje. Una lógica que está en las antípodas de la ministerial y que no confunde avalar delito alguno con acompañar sin fatiga al más débil. Resulta inadmisible la negligencia de un Ministerio de izquierda que dota de armas y semejantes tijeras a individuos descontrolados y deformados por viejos clichés todavía vigentes.

Y como para muestra basta un botón, aquí el más representativo de esos clichés: Habiendo sido docente de Establecimientos Penitenciarios desde el año 2001, cuántas veces escuché “Ahí vienen los maestritos pichis” porque, para muchos integrantes de ese Cuerpo, enseñarle a una persona privada de libertad significa, automáticamente, engrosar las filas de quienes ellos categorizan como “pichis”.


Así que, lo que le ocurrió a Fefo, no me provoca dubitación alguna. Es una más de las vivencias de un desencanto irreparable. Es una más de las certezas sobre el fuego inextinguible que vibra en la docencia. No existen tijeras para ese fuego. 

Un maestro incondicional.
De: elmuertoquehabla.blogspot.com