miércoles, 5 de agosto de 2015

Treinta Gullivers en el país de dos liliputienses.













Así podrían haberse titulado las notas de casi todos los medios periodísticos uruguayos que mostraron el video sobre el acto de barbarie protagonizado por una treintena de funcionari@s (¿?) del SIRPA contra dos menores internados en el hogar CEPRILI.

Los dos menores fueron reducidos casi de inmediato pero l@s Gullivers no se   sintieron satisfechos hasta no propinar el golpe individual, el puntapié personal -portador, sin duda, de alguna jurada venganza perdida en el tiempo sin tiempo del sistema-.

El Vicepresidente del PIT-CNT, Joselo López, Presidente del Sindicato Gulliveriano, no sólo estaba presente en el escenario; también afirmó después que estos procedimientos están contemplados en el protocolo (¿!) y que, en consecuencia, no se había registrado ningún empleo excesivo de fuerza en la bárbara represión de la que hemos sido tod@s testigos. Inadmisibles declaraciones, por su investidura política; de su participación, cualquier comentario huelga: aquí sí vale aquella frase de “una imagen vale por mil palabras”.

Durante años, familiares de los internos han denunciado públicamente sobre la violencia institucionalizada que reina en la mayoría de esos centros de privación de libertad. También han presentado exhaustivos y similares informes organismos competentes. ¿Qué incidencia tuvieron? El mismo perro con distinto collar.

El Sindicato proclama que existe una campaña difamatoria. ¿Campaña difamatoria? En todo caso, autoboicot. Porque las escenas contenidas en el video son reveladoras de una práctica abusiva consumada y consentida por tod@s sus integrantes. Sí, aquí la generalización es absolutamente aplicable, desde el momento en que ningun@ se ha rebelado ante semejantes procedimientos. La peor de las gangrenas se ha instalado en estos contextos: la naturalización de la violencia.

¿Y no debería ser la rehabilitación el macro-objetivo de estos depósitos? ¿Es pertinente hablar de rehabilitación cuando el Sistema elige sutilmente personal en cuya escala psíquica prima el lema de la anti-inteligencia que es el de la violencia?  Parece cuerdo que se debería pensar primero, y con la celeridad requerida por la situación, en una depuración de los detentores del oprobioso poder que regula estos “hogares” (¡Qué eufemismo inaceptable!).

A la plataforma del Paro Nacional del 6 de Agosto, el PIT-CNT debería agregar con urgencia un ítem. Alguno de sus integrantes conservará el buen sentido que lo habilite a interpretar cuál. La reacción ciudadana ante este insuceso es tan nítida que sólo habrá que considerar cuántos segundos puede insumir el coraje de adoptar esa decisión.