Leer, una función proteica que involucra a nuestras facultades psíquicas superiores, genera efectos de diversa naturaleza para la construcción de nuestra subjetividad.
En el Taller de
Lectura del Centro de Formación Humanística PERRAS NEGRAS sostenemos el propósito
de dejar registro escrito de ese itinerario invisible labrado por los textos
que vamos leyendo; un registro libre, en consecuencia, y por lo tanto, producto
de la situación puntual de cada tallerista.
Oportuno es, entonces,
compartir el siguiente, centrado en la actividad motivada por la lectura del
cuento Máscara suelta, de Anderssen Banchero (al cual podrán acceder en
EspacioLatino.com):
Durante el frío invernal, fogata de textos
Una lengua tibia calienta nuestros dedos, entumecidos y
congelados, y quizás muertos o por lo menos dormidos. Y es extraño, porque se
calientan de la forma menos esperada: escribiendo sobre Anderssen Banchero.
Nos nace una sonrisa al conocer un episodio de su vida. Cuando
su editor Heber Raviolo leía sus cuentos y los corregía, encontraba de vez en
cuando alguna palabra o caprichosa idea fuera de lugar, entonces le sacaba
fotocopia antes de devolvérselo, porque era sabido que frente a una crítica el
cuento podía parar a la hoguera, pero literalmente: Banchero los quemaba en
serio.
Dicho esto, está trazado el paralelismo, así que es hora de
construir el siguiente, y partimos para ello del cuento “Máscara suelta”, que está
dotado de varios olores, a humedad por ejemplo, como también a miseria o a soledad, a la que tanto le hacía guerra García Márquez. Pero, lector, tranquilo, porque no vamos a comparar a Márquez con Banchero, sino a
presentar a la novia que compartían: la ternura.
Opuesta a la soledad, bicho frío y nocturno, la ternura es cálida
y matinal. No hay dos elementos tan antagónicos. Y estos dos
escritores lo sabían, pero como jugando las unieron, y nos las presentaron
juntitas, como hermanas siamesas. Si aparece una, inevitablemente está la otra.
Recordamos un consejo literario: para poder mostrar las
cualidades de un buen personaje principal, debes mostrarlas también en su antagonista, y Banchero lo hace a la perfección, presentándonos el aspecto más
sucio y más miserable de nuestra sociedad, aunque vislumbrando los tibios rayos de un
sol esperanzador. “Máscara suelta” es la personificación de esto: la soledad del moribundo, y la ternura de su amada. Es durante lo
más turbio y gélido del relato, donde ella aparece, con su sensual boca, y nos
besa, como madre, como amante, como hija y como abuela. Nos besa y nos hace
sonreír tímidamente, abrigándonos el pecho y dándonos esperanza,
recomponiéndonos del frío que nos habita.
Durkheim dijo alguna vez
“Lo que importa es sentir debajo del frío moral que reina en las
superficies de nuestra vida colectiva la fuente de calor que nuestras
sociedades cobijan en sí misma”. Banchero no lo dijo, pero lo esgrimió como su
arma más letal, como una espada en llamas, como una hoguera de casi-libros o
casi-cuentos.
Las palabras se acaban, y lo que debíamos (necesitábamos) decir,
ya está dicho. Es gracioso: ahora, en el final, nos damos cuenta: nuestras
manos ya no sienten frío.
Carolina Cáceres
Germán Olivera
Taller de Lectura
Centro de Formación
Humanística
PERRAS NEGRAS
![]() |
Los Sábados, de tardecita. Contactos: 098 466 781 literaturasenprimavera@gmail.com |