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Escritor y activista afroamericano por los derechos civiles estadounidenses. Fallecido el 1º de diciembre de 1987. |
UNA LECCIÓN DE HUMILDAD
Cierto día el Califa Harun
Alraschid organizó un gran banquete en el salón principal de palacio.
Las paredes y el cielo raso
brillaban por el oro y las piedras preciosas con las que estaban adornados. Y
la gran mesa estaba decorada con exóticas plantas y flores Allí estaban los
hombres más nobles de toda Persia y Arabia. También estaban presentes como
invitados muchos hombres sabios, poetas y músicos.
Después de un buen tiempo de
transcurrida la fiesta, el califa se dirigió al poeta y le dijo:
-Oh, príncipe hacedor de hermosos
poemas, muéstranos tu habilidad, describe en versos este alegre y glorioso
banquete.
El poeta se puso de pie y empezó
con estas palabras:
-¡Salud! Oh, califa, y gozad bajo
el abrigo de vuestro extraordinario palacio.
-Buena introducción -dijo
Alraschid-. Pero permítenos escuchar más de vuestro discurso. El poeta
prosiguió:
-Y que en cada nuevo amanecer te
llegue también una nueva alegría. Que cada atardecer veas que todos tus deseos
fueron realizados.
-¡Bien, bien! Sigue pues con tu
poema.
El poeta se inclinó ligeramente
en señal de agradecimiento por tan deferentes palabras del califa y prosiguió:
-¡Pero cuando la hora de la
muerte llegue, oh mi califa, entonces, aprenderéis que todas las delicias de la
vida no fueron más que efímeros momentos, como una puesta de sol.
Los ojos del califa se llenaron
de lágrimas, y la emoción ahogó sus palabras. Cubrió su rostro con las manos y
empezó a sollozar.
Luego uno de los oficiales que
estaba sentado cerca del poeta, alzó la voz:
-¡Alto! El califa quiso que lo
alegraran con cosas placenteras, y vos le estáis llenando la cabeza con cosas
muy tristes.
-Dejad al poeta solo –dijo
Raschid–. El ha sido capaz de ver la ceguera que hay en mí y trata de hacer que
yo abra los ojos.
James Baldwin
De: http://narrativabreve.com