viernes, 30 de mayo de 2014

LA VOZ NARRATIVA: TIZÓN O DIAMANTE PARA GOBERNAR TU HISTORIA en Cuento, Minificción o Novela


En “El narrador”- Cartas a un joven novelista, Editorial Planeta Mexicana, S.A. México,  Mario Vargas Llosa advierte:

< Me gustaría que habláramos hoy del narrador, el personaje más importante de todas las novelas (sin ninguna excepción) y del que, en cierta forma, dependen todos los demás.

(...) 

Pero, ante todo, conviene disipar un malentendido muy frecuente que consiste en identificar al narrador, a quien cuenta la historia, con el autor, el que la escribe. Este es un gravísimo error, que cometen incluso muchos novelistas, que, por haber decidido narrar sus historias en primera persona y utilizando deliberadamente su propia biografía como tema, creen ser los narradores de sus ficciones. Se equivocan.

(...)

El narrador es siempre un personaje inventado, un ser de ficción, al igual que los otros, aquellos a los que él “cuenta”, pero más importante que ellos, pues de la manera como actúa –mostrándose y ocultándose, demorándose o precipitándose, siendo explícito o elusivo, gárrulo o sobrio, juguetón o serio- depende que estos nos persuadan de su verdad o nos disuadan de ella y nos parezcan títeres o caricaturas. La conducta del narrador es determinante para la coherencia interna de una historia, la que, a su vez, es factor esencial de su poder persuasivo.

El primer problema que debe resolver el autor de una novela es el siguiente: ¿Quién va a contar la historia?” Las posibilidades parecen innumerables, pero, en términos generales, se reducen en verdad a tres opciones...

(...)

Llamemos punto de vista espacial a la relación que existe en toda novela entre el espacio que ocupa el narrador en relación con el espacio narrado y digamos que él se determina por la persona gramatical desde la que se narra. Las posibilidades son tres...

Elegir uno u otro punto de vista, significa, pues, elegir unos condicionamientos determinados a los que el narrador debe someterse a la hora de narrar, y que, si no respeta, tendrán un efecto lesivo, destructor, en el poder de persuasión. Al mismo tiempo, del respeto que guarde de los límites que ese punto de vista espacial elegido le fija, depende en gran parte que aquel poder de persuasión funcione y lo narrado nos parezca verosímil, imbuido de esa “verdad” que parecen contener esas grandes mentiras que son las buenas novelas.

(...)


Es normal que las novelas sean contadas (aunque no siempre lo advirtamos a primera vista) no por uno, sino por dos y a veces varios narradores, que se van relevando unos a otros, como en una carrera de postas, para contar la historia.

(...)

¿Le parecen menudencias sin importancia estas mudas ínfimas, tan rápidas, que el lector ni siquiera las advierte? No lo son. En verdad, nada deja de tener importancia en el dominio formal, y son los pequeños detalles, acumulados, los que deciden la excelencia o la pobreza de una factura artística. Lo evidente, en todo caso, es que esa ilimitada libertad que tiene el autor para crear a su narrador y dotarlo de atributos (moverlo, ocultarlo, exhibirlo, acercarlo, alejarlo y mudarlo en narradores diferentes o múltiples dentro de un mismo punto de vista espacial o saltando entre distinto  espacios)  no es ni puede ser arbitraria, debe estar justificada en función del poder de persuasión de la historia que esa novela cuenta.>



Hemos extractado algunos fragmentos específicos de una autoridad técnica como es Vargas Llosa para apenas introducirnos en el tema y vale la acotación de que  ni por asomo agotan éstos los múltiples retos a los que se enfrenta el escritor ante esa compleja criatura que es “la voz narrativa”, elemento clave de un cuento, microcuento o novela de factura artística.


Si es éste el motivo de tus desvelos, te invitamos a integrarte a un Curso-Taller intensivo, entre julio y noviembre, en módulos de dos horas y media -de 14.30 a 17.00- dos sábados al mes 
(o domingos, para interesados del interior del país, en horarios a convenir).

Las inscripciones -que implicarán el pago de matrícula- se extenderán hasta el 30 de junio, en el marco de entrevistas a agendar previamente.

Además de la opción Presencial, existe la modalidad “a Distancia”, para cuya implementación es necesaria la diagramación entre ambas partes.

En cualquiera de los dos casos, rogamos y agradecemos te dirijas a literaturaenprimavera@gmail.com 

o al celular 098 466 781 (incluso podrás enviar un sms y a la brevedad recibirás respuesta).






Dos horas antes del alba- Julio Sosa (sí, "el varón del tango")

































































El error



El erótico error de mis padres

me dio luz, yo me llamo Fracaso...
es mentira que tengo otro nombre
por más que lo diga, lo grite o lo ladre
el severo y absurdo papel de un juzgado...


Fui un orgasmo fatal de un momento

fui un instinto morboso y malsano
y pasé de mi padre a mi madre
por un tubo convulso y enfermo
una noche, hace ya treinta años...


Pude estar encerrado en el vidrio

de la feria brutal de algún sabio.
Por error he nacido y existo
sin poder ayudar a la ciencia
conservado en el fondo de un frasco...


Pude ser una obra suprema

de monstruosa fealdad, una bestia,
pero tengo un defecto que impide
consumar tan macabra belleza...
Y es que en mí, tan deforme y enfermo
puso Dios con crueldad manifiesta
la espantosa salud de un cerebro...



Naipes rojos



El negro bostezo de una puerta abierta
se asoma a la noche en la calle muerta...
tras ella, inquietante y dormido un pasillo
se adorna con pasos nerviosos y alerta...
Se queja a intervalos la anciana escalera
y llora un polvillo de madera vieja...
Sepultan peldaños los pasos ansiosos
y suben adonde seis hombres esperan...
Con rasgos sombríos seis rostros de piedra
los ojos en sombras, las manos muy bellas
aguardan fumando que llegue el que falta...
Seis rostros sombríos rodeando una mesa...
Un último impulso del hombre que llega
entierra en las sombras la turbia escalera...
En forma elegante, discreta y muy blanca
su mano se eleva y la puerta golpea...
La puerta se abre, y doce pupilas
como doce manos lo examinan frías...
Se quita su abrigo, saluda y se acerca,
y sin más palabras ocupa su silla...
Un viejo encorvado con aire de apóstol
trae una bandeja con las copas llenas,
y su mano izquierda deja en el tapete
un mazo de naipes, y el juego comienza...
Dos manos morenas manejan las cartas
y éstas se atropellan de una a otra palma,
y su tableteo de cartón prensado
es el desafío de una carcajada.
Los oros, las copas, los bastos y espadas
se mezclan veloces por las manos sabias,
y el recién llegado confiado hace apuestas
dinero en la diestra y en la boca el alma.
Pasaron seis horas... ya es de madrugada...
Un cielo de humo moja las miradas...
en los labios resecos se apaga un cigarro
y hay sienes febriles y ojeras hinchadas...
Pálido, angustiado y en franca derrota
en la nueva apuesta vuelca su alma rota...
Y en la última chance del azar suicida
desprecia el caballo y elige la sota...
Y se juega entero lo que aún le queda...
Mas la sota ríe de su amarga espera
y el galope quieto del caballo de oros
al bando contrario su plata se lleva...
Aprieta los puños, maldice entre dientes,
mientras el que talla sigue indiferente...
mas su indiferencia pronto se hace espanto,
pues caen de su manga tres sotas sonrientes...
En la calle el alba moja las aceras
y el viento las barre con su voz doliente...
Tres sotas se bañan en sangre caliente
mientras un cadáver cae por la escalera...


Julio Sosa

Julio María Sosa Venturini
2 de febrero de 1926
Las Piedras, Canelones, Uruguay.



Julio Sosa, el poeta

Los pocos transeúntes y conductores que transitaban esa calurosa madrugada del 25 de noviembre de 1964, cercanos a la esquina de la avenida Figueroa Alcorta y Mariscal  Castilla, en la populosa Buenos Aires, se vieron sorprendidos por un auto que se desplazaba a excesiva velocidad  llevándose por delante una baliza luminosa, el conductor del DKW modelo Fissore, víctima del accidente, era el cantante uruguayo de tangos, Julio Sosa Venturini de 38 años de edad.

Su vida y su obra son leyenda para los amantes de la música ciudadana, pero su legado no es sólo su voz, sino también un libro de poesías, “Dos horas antes del alba”, que apareció en el año 1960. Mi intención de presentar al libro no es de crítico literario sino tratar de entregar al público la herencia poética de un cantor de tangos. 

Abro el libro con un presentimiento que confirmo en la primera página a modo de presentación, Palabras del autor, Sosa no se cree poeta y por eso se excusa escribiendo, “Dos horas antes del alba, no ha nacido para desafiar la crítica... pero puedo jurar, en cambio, que es un libro sincero". El cantor desafía y entiende que todo ser es un artista y nos regala un sentimiento en su voz que es el mismo al de su poesía, el poeta no se divide. 

Hebert Abimorad

De: www. rodelu.net
















Razones para leer