domingo, 27 de julio de 2014

Siempre es tiempo para escribir lo que deseas decir...









Se acerca la publicación de la Producción 2013-2014 en Libro-papel.
Hasta Setiembre tenés tiempo para integrarte:
habrá un espacio especial para quienes se inician.

















“Una sola pregunta puede contener más pólvora que mil respuestas”- Jostein Gaadner


















“Conservo seis honestos servidores que me enseñaron todo lo que sé. Sus nombres son: qué, cuándo, por qué, cómo, dónde y quién” -RUDYARD KIPLING

La pregunta debe acompañar y, de hecho, acompaña al ser humano durante todo el desarrollo de su vida. Vivir, podríamos decir, es preguntar, es estar preguntando constantemente.

Para Gadamer, por ejemplo, quien no se hace preguntas no es porque se haya vuelto tonto sino porque no necesita saber. Para poder preguntar hay que querer saber, esto es, saber que no se sabe. Esto significa tener una postura humilde frente al saber. Esto es equivalente a la ignorancia docta de Sócrates, que consistía precisamente en decir “sólo sé que nada sé”, cuando en realidad él era el sabio más grande de toda Grecia. En cambio, una persona que se cree que lo sabe todo, que se jacta de ser sabio, bloquea toda posibilidad de aprendizaje. Y, por el contrario, lo que puede ocurrir en los interminables procesos de aprendizaje, es que quien no sepa la respuesta –en un momento determinado-, debe reflexionar sobre la pregunta planteada.

En términos generales, la ciencia, el conocimiento y la solución de problemas se inician y se nutren continuamente a partir de las preguntas.

Freire nos dice que “el origen del conocimiento está en la pregunta, o en las preguntas, o en el mismo acto de preguntar; me atrevería a decir que el primer lenguaje fue una pregunta, la primera palabra fue, a la vez, pregunta y respuesta, en un acto simultáneo”. Con ello, Freire nos quiere significar que la pregunta es de naturaleza humana, y por tanto, el hombre como ser histórico-social se debe a que ha logrado constituir un lenguaje articulado y pensado a partir de la formulación de sucesivas preguntas. En la medida en que el hombre que posea suficientes elementos lingüísticos tenga la posibilidad de pensar mejor, y poseer una mayor capacidad y calidad en su pensamiento, desde luego, podrá formularse preguntas con mayor sentido.
Con la pregunta, en términos de Freire, nace también la curiosidad, y con la curiosidad se incentiva la creatividad.
Con la educación tradicional, dice Freire, se castra la curiosidad, se estrecha la imaginación, y se hipertrofian los sentidos.

Fragmentos extraídos de: La pedagogía de la pregunta. Una contribución para el aprendizaje, de Orlando Zuleta Araújo

En: http://www.scielo.org.ve




Por otra parte, es vital que todo lector y todo escritor en ciernes reconozca la imperiosa necesidad de esta dialéctica y la aplique con creciente intensidad. 

Detrás de todo texto está viva una intencionalidad autoral a la espera de que la relación dialógica comience a ovillarse y, simultáneamente, sea desgranado el aparente hermetismo con que nos impacta en un principio.