lunes, 30 de junio de 2014

“La vida es algo más y mejor que aquello en lo que la hemos convertido en las ciudades del mercado global”. - Chantal Maillard



















Chantal Maillard en India: los caminos de lo sagrado


Chantal Maillard habla de la India, de una mal llamada democracia en la que trescientos millones de privilegiados, de los que se nutren las clases políticas y empresariales que viven a la occidental, se imponen sobre 921 millones de marginales”

"Muchos occidentales fuimos a India en busca de unas claves para entender cuestiones que tienen que ver con el sentido de la existencia. Creímos que podían aún hallarse, en algunos lugares de aquel antiguo subcontinente, conocimientos que nosotros habíamos olvidado. Pero lo que aprendes, si algo aprendes, es que las respuestas están en uno mismo si tienes la paciencia de observar. Sólo que te topas con ellas justo cuando el “yo” desaparece. Claro que si el yo ha desaparecido, la pregunta es: ¿Quién pregunta? En cualquier caso, perderse es el punto de partida. Esa pérdida es lo importante. Mis poemas dicen esa pérdida, o apuntan a ella. Son la manera que tengo de volver a dirigirme a aquella vacuidad, aquel despojamiento del mí que te hace ser lo que ves.

Mi “India” es, como habrás podido constatar, un itinerario que comienza en 1987 y termina en el 2012. Más de 25 años, pues, de pensar esa cultura de múltiples maneras, desde la investigación filosófica a la reflexión más autobiográfica de los diarios o los poemas. El libro no pretende demostrar nada. Es más bien, en su conjunto, el testimonio de un rodeo o, más bien, de un merodeo: aquel que ha de hacerse en lo otro para poder acercarse a lo propio con cierta objetividad. Cuando lo que está en juego, lo que se pretende conocer, es uno mismo, la inmersión en lo desconocido es imprescindible. En cuanto al centro, la palabra es una metáfora para el resultado del ejercicio que consiste en aquietar la mente, su continuo parloteo. El “centro” es el punto en el que las energías, cuando dejan de dispersarse, se con-centran. Pero el que quiere conocerse ha de saber saltar. Saltar fuera de lo aprendido, fuera de los caminos trazados, fuera de lo aceptado. Si India sigue siendo un referente es porque sus métodos de enseñanza espiritual no alimentan ninguna creencia, sino que, por el contrario, enseñan a salirnos de ellas".

“Es difícil llegar a uno mismo. Tal vez porque también es difícil hallarse en situaciones desacostumbradas que nos hagan sentir desamparados. Todo se ha vuelto demasiado habitual, previsible. Son las situaciones, llamémoslas aporéticas, en las que nos encontramos totalmente desprovistos de recursos las que, al cerrarnos las puertas del mundo exterior, nos obligan  a franquear los límites del nuestro, interior”

“¿Qué que vine a hacer aquí? ¡La gran pregunta! ¿Y qué estuve haciendo allá? (…) Vienen aquí muchos, como vinimos nosotros, cargados con su yo, con toda su ausencia a cuestas (…) ¿Qué vine a hacer aquí? Vine a no saberme, vine a estar. Hago: leo, estudio, escribo, miro, estoy. Estoy en lo que hago, soy lo que hago. Estoy en lo que miro. Soy lo que miro. No estoy. Dejo de estar frente a mí misma (…) Quiero estar aquí. Por eso vine. Simplemente vine para querer estar donde estoy. Sorprendente respuesta, por inesperada. Lo que pensé que sería un adiós definitivo a este lugar resulta ser un encuentro. Un encuentro más allá de lo esperado, más allá de cualquier idea de encuentro o desencuentro”



“En India lo sagrado se toca, se ve, se huele; lo sagrado se percibe y se usa, se utiliza. A diferencia de los templos de Occidente, cuyas puertas se abren sólo para el culto o en horas de visita (…) los lugares sagrados de India son espacios abiertos, pequeños o grandes espacios acotados en la trama de lo real, agujeros por donde los dioses pueden asomarse y el individuo reconocerse fuera de sí”.

“La conciencia de lo sagrado es ante todo reconocimiento de la libertad de los seres, respeto al cumplimiento de su trayectoria; la conciencia de lo sagrado es respetuosa atención, aprendizaje no tanto de lo otro como de lo común, lo que a todos nos pertenece. Hay una diferencia fundamental entre la pertenencia y la posesión. Pertenecer va asociado a compartir; poseer, a excluir. Y los espacios sagrados no se poseen, se comparten”.


Fragmentos de: LecturasSumergidas.com