Y por eso:
Son
cada vez más numerosos los casos en que la
redacción de los contenidos repercute negativamente
en la evaluación de los
conocimientos expuestos. Ninguna
Licenciatura ni Doctorado escapa a esta realidad.
Pero, paradójicamente, en el transcurso de
sus carreras, los estudiantes rinden pruebas basadas en otras estrategias, como
“multiple choice”, por ejemplo, y van
siendo alejados, en consecuencia, de los instrumentos y la práctica escrita del
lenguaje académico, imposible de
asimilar sólo a través de las lecturas propias de sus áreas de estudio ni aun
siendo hablantes de reconocida solvencia oral.
La oralidad y la
escritura son códigos diferentes; la escritura no-literaria, un subcódigo
específico.
Al borde de la culminación de ese extenso
trayecto, el sistema aplica con
legitimada ferocidad otra táctica; que se designe “monografía, tesina o
tesis” la prueba impuesta, no amortigua la incongruencia de este salto
cualitativo.
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