sábado, 10 de mayo de 2014

A los siete meses todos los labios pronunciamos esa sílaba mágica: "ma"


"Mutter" en alemán,

"mat" en ruso,

"ma" en afrikáans,

"ama" en euskera,

"móõir" en islandés,

"majka" en macedonio,

"omm" en maltés,

"matka" en polaco,

"mamã" en rumano,

"mama" en suajili,

"me" en vietnamita,

"mama" en quechua,

"mor" en danés,

"mère" en francés,

"motina" en lituano,

"mama" en chino,

"muji" en hindú,

"makuahine" en hawaiano,

"ima" en hebreo,

"mãe" en portugués,

"omá" en coreano,

"mother" en inglés...


Desde hace tiempo llamó la atención de los expertos la semejanza de la palabra "madre" en multitud de lenguas. Según un reciente estudio publicado en la revista Science, "madre" nos remite a una lengua proto-hindo-europea que se hablaba en Turquía hace 9.500 años, en el pasado neolítico.

Puede que la primera vez que se utilizase "mamá" fuese en lugares como Catal Hüyük o Göbekli Tepe, monumentos ambos de nuestro pasado, nombres que sólo conocen los expertos y estudiosos; y es una lástima. Es en estos lugares remotos en donde vislumbramos nuestros orígenes como civilización. Son el hogar de nuestros ancestros culturales.

Sin embargo, la presencia en el listado de idiomas africanos, del lejano Oriente, de islas del Pacífico y de América nos obliga a mirar incluso más lejos en el árbol genealógico del lenguaje; al menos a unos 15.000 años, fecha que coincide con el final de la última glaciación.

De: http://www.tradux.es




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