lunes, 13 de octubre de 2014

"Si no creyera que en el monte se esconde el trigo y la pavura"...



Malala Yousafzai
Premio Nobel de la Paz 2014















Señor Periodista, ¿cómo obtuvo usted su título profesional y cómo puede continuar ejerciéndolo después de cuestionar a Malala Yousafzai?


Alguien -del que convenientemente se ha ocultado el nombre y que se presentó bajo credenciales periodísticas- hizo gala, en la entrega del Premio Nobel de la Paz, de una absoluta ineptitud, no ya para el desempeño de la profesión periodística sino para evaluar cualquier acontecimiento humano desde una óptica que se precie de equilibrada.

Su pregunta fue una afrenta no sólo a la objetividad deseable en la consideración de cualquier realidad política sino la cabal muestra de la mediocridad dominante en el imaginario actual.

Cuestionar si Malala tiene suficientes créditos para ser nominada al Premio implicó una estrategia descalificadora inaceptable para una adolescente cuyas acciones han sido más relevantes que las de la mayoría de los centros y cabezas del Poder en el mundo. ¿Quién está en condiciones de banalizar el asedio y la brutal agresión del grupo talibán que atentó contra su vida? ¿Quién será capaz de ignorar el activismo de esta adolescente en la defensa de los derechos a la educación de l@s jóvenes?

Quien no estuvo a la altura de las circunstancias fue este pseudo-periodista porque no se atrevió a llamar al pan, pan, y al vino, vino. Su cuestionamiento, en verdad, debió haber estado dirigido a los dirigentes de la economía y la política que manejan a su antojo y beneficio los horrores de los que son víctimas neurálgicas l@s niñ@s y l@s adolescentes a nivel mundial. La pregunta debió haber sido formulada  en términos frontales como: ¿Cuál fue la intencionalidad política que persiguió el jurado al seleccionar a esta joven para el Nobel de la Paz? Pero no se atrevió; es menos comprometedor “cortar el hilo por su parte más débil”, ¿no?

El hecho es que Malala no necesita más argumento que su impactante experiencia vivencial de adulta precoz para preconizar que sólo la educación es verdaderamente liberadora. Malala es una cuerda resistente, forjada por el silenciamiento y el desconocimiento de sus derechos, que es, en definitiva, el ninguneo de los derechos de miles de Malalas de Oriente y Occidente.











Usted, señor X, es un síntoma meridiano de la gerontocracia entronizada en este corrupto mundo, negadora de los saberes que la juventud atesora, esgrimista de la edad cronológica como dato relevante, e ignorante, en consecuencia, de que estar vivo no es sinónimo de honrar la vida.

Profª. Ana Milán
Uruguay



















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